“Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.” (1 Timoteo 1.17)
Vivimos un tiempo donde hemos aceptado como normal no seguir reglas, donde el criterio del mas fuerte prevalece, el que grite mas, el que argumente con palabras mas confusas, no hay criterio de verdad o de justicia válido, la mentira fluye como si fuera verdad y las consecuencias ahora son evidentes, la descomposición moral de nuestra sociedad se puede apreciar por todas partes.
La verdad de la Escritura que dice, “Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte.” (Proverbios 14.12, RVR60), se manifiesta en nuestra sociedad de tal manera que el caos moral hoy es prevalente, escuchamos la música contemporánea donde acciones y conductas inmorales se celebran y aun se exaltan, pensando que ese camino es un camino derecho.
Podemos ver como nuestro país padece las consecuencias, hemos perdido el compás moral. Cuando escuchamos la enorme corrupción que nuestros lideres políticos avalaron y practicaron sin sonrojarse, extrayendo cientos (sino miles) de millones de pesos del erario publico, a costa de la pobreza de millones de mexicanos. A esta relatividad la Palabra de DIOS responde con la solidez de la verdad perenne de DIOS. "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará (Gálatas 6:7), esos políticos que en sexenios anteriores con impunidad se llenaron de soberbia al amparo del poder, ahora estarán enfrentando las consecuencias.
¿Cuál es el papel de nosotros como cristianos en medio de este caos de relatividad de ideas en las que nos encontramos? nuestra guia es segura, “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias. Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.” (Colosenses 2.6–8, RVR60)